Bodegón

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viernes, 23 de febrero de 2007

El aprendiz de Anticuario: Día Tercero



Silver ya sabía qué era lo que iba a elegir, en caso de obtener el consentimiento de su padrino. Se fue hacia la pared y descolgó un hacha de doble hoja. De su empuñadura colgaba una etiqueta en la cual se podía leer lo siguiente: "Ax bipenne"

El hacha de piedra fue llamada también la piedra del rayo. Es la primera arma-utensilio del hombre. El hacha, por lo tanto, es como el rayo, es el arma del trueno, emblema de fuerza, hiende y quiebra; abre y penetra la tierra o la mente, como la de Zeus, de la cual salió Atenea, símbolo de la Sabiduría.

El hacha de doble filo, sin embargo no es solamente destructora, sino también productora. Puede simbolizar la muerte y la vida, las dos energías contrarias, pero complementarias, como el Caduceo de Hermes, el Vajra hindú o el martillo de Thor.

Este tipo de hacha es como los cuernos del toro. Símbolo de poder, de fuerza y de soberanía, es como un cetro.

Se asemeja de alguna forma a la cruz de los cristianos, luego es posible que tenga que ver con el sacrificio. Quizás sea un intento de sacrificar los instintos más agresivos del hombre, o por lo menos de mantenerlos a raya, como el hacha de guerra entre los indios de América del norte, que cuando está enterrada es señal de paz, mientras que si se alza es como si se diera permiso para liberarar los instintos más peligrosos del hombre.

El hacha, como la cruz, es un equilibrio entre todas las tensiones, arriba-abajo, izquierda-derecha, norte-sur, este-oeste. Si el hacha está en tierra, todo permanece en equilibrio. Si se empuña, puede ser generadora de muerte.

Su Padrino cerró la tienda y se dispuso a escuchar a Silver, que se encontraba aún sumergido en sus pensamientos. Durante el relato, producto de sus recuerdos y fantasías, fue aumentando progresivamente su tono vocal sin que se apercibiera de ello. A su término, se dio cuenta de que su voz resonaba por toda la habitación. Su Padrino sin embargo, escuchó atentamente sin interrumpirlo, apareciendo esta vez una mueca parecida a una sonrisa. Le dijo, no obstante, la frase deseada: "Elige otro objeto para mañana".

Silver metió la mano en un viejo arcón y cerró los ojos, dejándose guiar por el azar. Al rebuscar entre los objetos se pinchó con uno de ellos, haciéndose sangre en un dedo. Cuando sacó la mano, se encontró con un colgante del que pendía un hermoso caballo blanco con un cuerno dorado en la frente: El Unicornio.

Cuento original de © Francisco de la Flor Terrero Octubre 1999

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