Bodegón

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viernes, 23 de febrero de 2007

El aprendiz de Anticuario: Día Quinto



Silver se fijó esta vez en una cerámica en forma de escudo con tres caras de mujer situadas en los vértices de un triángulo equilátero y en cuyo centro reinaba un rostro muy inquietante: una cara de mujer cuya cabellera estaba formada por serpientes vivas y amenazantes. El Padrino le había colocado un sello en el que figuraba su nombre: La Gorgona Medusa.






Las Gorgonas eran tres hermanas, Esteno, Euríale y Medusa, todas ellas bellas en un tiempo. Pero una noche, Medusa se acostó con Poseidón en un templo de Atenea. Furiosa, la transformó en un monstruo alado con ojos deslumbrantes, grandes dientes, lengua saliente, garras afiladas y cabellos de serpientes, cuya mirada convertía a los hombres en piedra... Cuando Perseo decapitó a Medusa, Crisaor y Pegaso, nacieron de su cadáver.

Medusa evocó en Silver el recuerdo de la mujer de Lot, la cual se convirtió en estatua de sal cuando desobedeció el mandato divino de no volver a mirar a la perversión, reflejada en las ciudades de Sodoma y Gomorra. Lot, al igual que Orfeo, perdió a su amada Eurídice al no poder soportar la tentación de volverse para comprobar si la estaba rescatando del mundo de los muertos...

La fascinación de la perversión... Es mejor no mirar, si la miras una vez, estás perdido, no puedes dejar de mirar... Para vencer esta tentación tan fuerte se necesitan instrumentos muy poderosos como aquéllos con los que fue investido Perseo por los dioses: el escudo de Atenea (la sabiduría), la hoz diamantina de Hermes (la decisión), un par de sandalias aladas (el sigilo), un zurrón mágico para guardar la cabeza cortada (la precaución), y el yelmo negro de la invisibilidad de Hades (la oportunidad). Y con todo, estos instrumentos hay que usarlos una sola vez y en el momento preciso, ya que una vez utilizados pierden toda propiedad...

El mito de Perseo, como el de Lot, quizás estén hablando de lo mismo. Cómo se puede vencer a la perversión... aunque emplean estrategias distintas. Lot, lleva una vida natural, no se mezcla con la gente perversa, y cuando llega el momento se aleja sin mirar atrás. A pesar de todo, pierde a su "media naranja". Perseo lucha, se enfrenta a Medusa, y la mata, aunque con muchísimas ayudas y mirando tan sólo el reflejo de su rostro a través del escudo de Atenea.

El mal acecha en el corazón del hombre, y es difícil mantenerse recto. No es una batalla que se pueda ganar con un corte de yugular... Se necesita mucha voluntad, mucho conocimiento de la vida y mucha convicción; armarse de paciencia sabiendo que lo que uno ha elegido para sí y los suyos, aunque parezca "aburrido" y no muy "atractivo", sea la única manera de vencer a la perversión: No mirar hacia atrás, no mirar a Medusa.

Si se mira, tan sólo una vez, quedarás petrificado, hechizado por su embrujo, perdiendo toda voluntad y poder de decisión. Porque Medusa aún vive... en la cabeza del hombre en forma de ideas-serpientes que pervierten el pensamiento y la mirada, prometiendo placeres a costa de anular los sentimientos y los afectos que son la base de la vida.

Silver, hablaba esta vez con voz muy queda... Apenas se oía su discurso. Sus palabras, entrecortadas, parecían dictadas por una fuerza que le hablaba desde su interior...Cuando hubo terminado su relato, sintió que a su padrino se le hacía un nudo en la garganta, impidiéndole pronunciar nada durante un tiempo. Tanto fue así, que lo único que pudo hacer esta vez fue señalar con el índice los objetos de la tienda, dando a entender a Silver el visto bueno para trabajar un día más.

Silver cogió con su mano derecha un arco de madera de boj fuertemente tensado. Era un objeto grácil, liviano y potente a la vez. Se colocó en la espalda un carcaj que albergaba en su interior media docena de flechas. Se paseó un buen rato por los entresijos de la tienda acechando como un cazador, antes de irse a dormir.

Cuento original de © Francisco de la Flor Terrero Octubre 1999

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