Silver se fijó esta vez en una cerámica en forma de escudo con tres caras de mujer situadas en los vértices de un triángulo equilátero y en cuyo centro reinaba un rostro muy inquietante: una cara de mujer cuya cabellera estaba formada por serpientes vivas y amenazantes. El Padrino le había colocado un sello en el que figuraba su nombre: La Gorgona Medusa. |
Bodegón
viernes, 23 de febrero de 2007
El aprendiz de Anticuario: Día Quinto
El aprendiz de Anticuario: Día Cuarto
Silver metió la mano en un viejo arcón y cerró los ojos, dejándose guiar por el azar. Al rebuscar entre los objetos se pinchó con uno de ellos, haciéndose sangre en un dedo. Cuando sacó la mano |
El aprendiz de Anticuario: Día Tercero
Silver ya sabía qué era lo que iba a elegir, en caso de obtener el consentimiento de su padrino. Se fue hacia la pared y descolgó un hacha de doble hoja. De su empuñadura colgaba una etiqueta en la cual se podía leer lo siguiente: "Ax bipenne" |
El aprendiz de Anticuario: Día Segundo
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El pequeño anticuario: Día Primero
Él sabía que eso era un Dragón, lo había visto en libros de Alquimia, y en algunos relatos mitológicos y religiosos. Recordó a ese "animal" en diversos lugares a través de la historia de la humanidad. En Egipto como Esfinge; en Asiria como símbolo de poder y religioso de los Emperadores; en la Antigua China; en las leyendas Nórdicas actuales como el Monstruo del Lago Ness, en el culto Babilónico y en Quetzalcoatl, la serpiente emplumada de los Aztecas...
Todas esas imágenes se le vinieron a su pensamiento con un simple grabado. Imaginó que la persona que la realizó debería conocer también todos esos pueblos y esas culturas antiguas, aunque después cayó en la cuenta de que sitios tan lejanos en el tiempo y en el espacio era imposible ser conocidos por una misma persona en aquella época.
Entonces, ¿cómo puede estar en tantos sitios a la vez? Además, si eso no era un animal, tendría que ser la representación de algo, ¿qué podría representar que fuera común a todos los pueblos y culturas? ¿Por qué ese carácter sobrenatural? ¿Por qué esos atributos de animales?
Cabeza de león..., una cara redonda.., con una gran melena rubia..., el rey de la selva..., un león que escupe fuego....... Eso... ¡¡¡eso podría ser el SOL!!! Sí, el sol se ve desde todas las partes del mundo, en todos los países y durante todo el tiempo, en todos los pueblos y culturas.
Unas alas y garras de águila..., desde luego tiene que ser algo que esté en el cielo y que se posa en la tierra.., podría ser ¿el AGUA? Sí, la lluvia cae en todas partes y en cualquier rincón del mundo, viene desde lo alto hasta la tierra.
¿Y la cola de la serpiente? La serpiente es un animal que no se levanta del suelo, está pegada a la tierra, se arrastra, es sigilosa y no se siente, ¿qué podrá ser esto?.... No sé, no se me ocurre nada. Pero si la cabeza es el principio de algo, y el cuerpo la mitad, desde luego la cola es el fin.Si el León es el Sol y el Águila la Lluvia, quizás la imagen entera sea... EL AÑO! El año climático, claro! La serpiente tendrá que representar al Invierno, esa época del año en la que parece que no pasa nada y que todo está muerto, en la que todo está frío y gris y que apenas hay sol.
El tiempo del sol, época de salud, de caza, de cosechas...; la época de lluvias, fuente de vida para hombres, animales y plantas...; el invierno, época de frío, de espera silenciosa, de sombras y grises, sinuoso y callado.
Entonces lo que representa son las Estaciones del Año y el poder que tienen estos elementos sobre el desarrollo de un pueblo, por eso eran elementos de culto, porque si hacía demasiado calor, o llovía demasiado o el invierno era muy crudo sobrevenían grandes desastres sobre las gentes. Y como esos fenómenos son tan impredecibles, parecerían que tuvieran el poder de dar la vida o la muerte, y por lo tanto hay que tenerlos contentos adorándolos y ofreciéndoles sacrificios, a veces incluso humanos.
Cuando esa noche llegó su padrino, Silver estaba excitado contándole todos sus descubrimientos, con palabras atropelladas pero con sentido. Al terminar su relato seguía eufórico y expectante, sin embargo su padrino no se inmutó. Lo escuchó en silencio y tan sólo le dijo: "Elige un objeto para mañana".
Silver miró hacia todos lados y se dirigió, como hipnotizado, hacia un anillo de oro en forma de Dragón circular, el cual se comía su propia cola. En la vitrina en la que estaba expuesto ponía un extraño nombre: Ourobouros.
Cuento original de © Francisco de la Flor Terrero Octubre 1999
El aprendiz de Anticuario
Pasaron los años y creció sano y robusto. Cuando llegó la hora de ir al colegio, se entretenía tanto con las cosas del camino que siempre llegaba tarde. A pesar de todo aprendió a leer y a escribir con facilidad, descubriendo un inmenso placer en ello. Se hizo un poco mayor y sus padres le dejaron ir sólo a la escuela, pero su curiosidad le hacía perder tanto tiempo que todos los días se encontraba con las puertas cerradas. Entonces, se iba a la biblioteca -que no tenía horario- para aprender cosas. Pedía varios libros y enciclopedias a la vez, según le guiaban su curiosidad y entusiasmo. Le fascinaban las leyendas y las historias de los héroes y magos, así como de los personajes mitológicos. Se lo pasaba en grande leyendo esas increíbles aventuras. Pero como no hacía los exámenes del colegio, sus notas eran desastrosas, y sus padres acabaron creyendo que a su hijo no le gustaba el cole. Por eso le pusieron de mayor en una pequeña tienda de antigüedades que regentaba el Padrino de Silver. Al principio no quería trabajar, pero cuando entró en ese pequeño museo su imaginación empezó a desbordarse, fantaseando miles de historias sobre los diversos y variopintos objetos que allí se encontraban. El Padrino de Silver aceptó a enseñarle el oficio de anticuario advirtiéndole que no le iba a resultar nada fácil, pues antes de considerarlo apto para el trabajo, le tenía demostrar que conocería una a una la historia de todas las piezas que componían su negocio. "Cada día elegirás un objeto, y pensarás todo el tiempo en él. Mientras, atenderé al público, y cuando llegue la noche, me contarás qué has averiguado. Si tus explicaciones me fueran gratas, podrás volver al día siguiente; en caso contrario, deberás aprender otro oficio" Silver aceptó el reto, pues había observado en la estancia libros, cuadros y objetos tan fantásticos que no podía resistir la tentación de poder leerlos, tocarlos y admirarlos, aunque fuera un sólo día. |
lunes, 19 de febrero de 2007
El caballo de Troya
Había una vez un rey llamado Príamo.
Era rey de Troya,
una ciudad grande y amurallada.
Príamo tenía dos hijos varones:
Paris y Héctor.
Paris era famoso por su belleza
y Héctor se distinguía por su valor.
Un día, el príncipe Paris
fue a la ciudad de Esparta
y conoció allí a la mujer más bella
de toda Grecia.
Se llamaba Helena
y era la esposa del rey Menelao.
Paris quedó encantado
por la belleza de Helena
y decidió llevársela consigo a Troya.
Cuando el rey Menelao se enteró
de que habían raptado a su esposa,
lleno de furia,
convocó a todos los reyes de Grecia
a declarar la guerra.
Reunieron más de mil naves
y muchísimos soldados
y zarparon hacia Troya,
desembarcaron frente a sus murallas
y rodearon la ciudad.
Durante el día atacaban;
por la noche descansaban
para recuperar sus fuerzas.
El griego más valiente era Aquiles.
El más valiente de los troyanos
era Héctor, hermano de Paris.
La lucha era tan igual
que iban diez años de guerra
y no había un ganador.
Los soldados griegos,
cansados de luchar,
empezaban a pensar
en volver a sus hogares.
Ulises, uno de los reyes griegos,
no quería retirarse sin ganar
y tuvo una idea.
Siguiendo las indicaciones de Ulises
los griegos construyeron
un enorme caballo de madera
y dentro de él escondieron
a muchos soldados.
Todos los demás se subieron a sus barcos
y simularon que volvían a Grecia.
En realidad,
sólo fueron hasta una isla cercana.
Al ver esto,
los troyanos creyeron que habían ganado.
Salieron de la ciudad a festejarlo
y fueron hasta la playa.
Todos se preguntaban qué significaba
ese enorme caballo de madera.
Un griego que se había quedado escondido
entre los juncos les explicó
que era una ofrenda a la diosa Atenea.
Les dijo que lo habían hecho tan grande
para que no pudieran introducirlo en la ciudad
por la puerta de la muralla
y atraer así los favores de la diosa.
Los troyanos decidieron
meter el caballo a la ciudad.
Para ello tuvieron que romper parte de la muralla.
Lo pusieron en la plaza central.
Hicieron una gran fiesta.
Tomaron mucho vino, comieron y bailaron,
sin imaginar lo que iba a suceder.
De pronto,
cuando la fiesta estaba llegando a su fin,
los soldados salieron del caballo.
A ellos se les sumaron los otros
que habían vuelto con sus barcos
que se metían por la muralla rota.
Los troyanos no pudieron defenderse
y su ciudad fue destruida.