Bodegón

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domingo, 16 de diciembre de 2007

¡Ha muerto Sise!

El pasado 14 de diciembre recibí la noticia estando en Bustarviejo.
Me llamó al móvil mi hermano Antonio para comunicarme que había muerto Sise.
Debía de tener, según mis cálculos, unos ochenta y tres u ochenta y cuatro años.
Recuerdo muchas cosas de él. Cuando yo era niño, el era ya mozo.
Era el tercero de los ocho hijos del matrimonio formado por tía Conrada y tío Marcelino: Máximo, que fue padrino de mi hermano Antonio, y que murió hace ya muchos años, Felipa (que también murió), Sise, Vale, Antonia, Leo, Juanito y "Chilo" es decir: Basilio.
En los años del hambre, cuando él estaba haciendo la mili, en alguna ocasión si mi padre no podía ir a traernos pan, él se encargaba de ello.
Recuerdo que en uno de los viajes nos traía un pan de dos kilos y el policía que hacía servicio en el tren se lo quiso requisar, pero él dijo que era su bocadillo y tuvo que comerse todo el pan para que no se lo quitasen. Todo un gesto.
Se dedicó a la agricultura. Trabajaba como criado en casa de su tía Castora, casada con Felicísimo. Llevaba todo el peso de la labranza, ya que Tío Felicísimo no trabajaba en el campo debido a su cojera y su hijo Paco siempre estuvo superprotegido de su padre que le dedicaba a estudiar para hacer oposiciones a la policía, oposiciones que nunca aprobó.
Fue buen labrador desde muy joven, un año ganó el concurso de arada que se hacía por San Isidro, organizado por la Delegación Local de la Organización Sindical Agraria, por hacer el surco más derecho entre todos los participantes.
Buen bailarín de jota, también quedó campeón, junto a Teódula, del concurso de jotas que se organizaba por las fiestas de la Soledad.
Se casó con su prima Isabel, hija de Castora y Felicísimo y con ella tuvo tres hijos: Isabelita, Javier y Conchita.
Hacían muy buena pareja, pues ella era esbelta y guapa y de hablar gracioso, y él, buen mozo y de mirada cristalina.
Quedó viudo muy pronto, ya que Isabel murió, creo recordar que en invierno, mientras daba de mamar a Conchita, a los pocos días de nacer esta última.
Desde entonces, Delfina, su prima y cuñada, hermana de Isabel, se encargó de atenderle a él y a sus hijos, y con él ha estado viviendo hasta que ha muerto.
Durante muchos años, todas las tardes iba a acostar a Humbelina, para ayudar a Teódula y se pasaba un buen rato de conversación con ellas, a pesar de que eran bastante mayores que él.

Le he tenido siempre un cariño especial y siento mucho su desaparición y no haber podido acompañar a su familia en su velatorio.
A todos ellos mi afecto.